Cuando la salud sale por la puerta, muchos aseguran que la fe entra por la ventana, y aunque Julio Preciado siempre ha demostrado ser un hombre devoto, su enfermedad lo ha hecho estar aún más cerca de Dios y de la Virgencita de Guadalupe.

Desde que comenzó a mostrar señales de que su cuadro clínico pasaba de estable a crítico, y sus primeros episodios de hospitalización, el cantante hizo una promesa de fe pidiendo por su entera recuperación.

Tras la cirugía de alto riesgo a la que tuvo que enfrentarse él y su hija para lograr el trasplante de riñón que requería para seguir con vida, Julio hizo una manda en donde prometía visitar a la Guadalupana en su santuario para agradecer cuando fuera dado de alta y su médico determinara que el peligro de muerte había pasado.

Es por ello, que decidió no postergar más este momento y viajó a la Ciudad de México para visitar la Basílica y dar gracias “personalmente” a la “Morenita del Tepeyac”.

En este episodio lleno de amor, agradecimiento y espiritualidad estuvo acompañado de su familia, quien lo transportó en su silla de ruedas y con las medidas de seguridad especiales como su cubre boca para evitar cualquier complicación, y es que recordemos que también sus pulmones han estado comprometidos por lo que cualquier contagio de una enfermedad respiratoria sería muy riesgoso, ¡ya ni pensar en el Coronavirus!

Afortunadamente, no hubo reporte alguno de que el viaje le hubiera causado al ídolo de Sinaloa ninguna afectación en su salud, solo el cansancio normal de los traslados, que no se compara a la paz interior que le dio el poder cumplir con la promesa que hizo y el volver a soñar con estar pronto en un escenario.