Existen circunstancias o fechas que nos hacen sentir decaídos, pero cuando esa sensación se vuelve parte de tu rutina diaria es posible que estés experimentando otra cosa.
La tristeza crónica puede estar asociada con la procrastinación, un hábito que nos impide hacer actividades, dejando cosas para después y jamás llegan, y esto se convierte en una bola de nieve que cuando menos piensas no puedes ni levantarte.
Al reprimir las emociones, hace que se vayan manifestando de distintas formas en nuestro comportamiento, posiblemente constantemente estamos aburridos, tristes, inseguros y hasta caigamos en depresiones.
Debemos estar pendientes, porque la procrastinación puede volverse crónica, y de repente la flojera te impide ir al trabajo, hacer ejercicio y ninguna actividad social.
La fundación Scielo dice que:
“Procrastinar implica demorar el inicio o conclusión de una tarea obligatoria y aplazarla para llevar a cabo actividades incompatibles con ésta. Algunos autores señalan que un 80% de la población muestra este comportamiento y que hasta un 50% lo hace consistentemente, es decir, siempre actuando de manera similar”.