Para millones de estadounidenses que se encontraron sin trabajo en las últimas semanas, el cambio trajo una gran sensación de desorientación. Se ganaban sus vidas haciendo de barman, limpiando, organizando eventos, atendiendo mesas, cargando equipaje y enseñando yoga. Y luego, de repente nada, buscando aprovechar cualquier ayuda financiera que pudieran encontrar, que en muchos estados permaneció encerrada esta semana, detrás de sitios web fallidos y líneas telefónicas sobrecargadas.

En entrevistas con personas de varios estados, los estadounidenses que perdieron sus empleos dijeron que estaban en estado de shock y luchando por comprender la magnitud del cierre de la economía como un intento de frenar la propagación del virus. A diferencia de la crisis financiera de 2008, esta vez no había forma de volver a buscar trabajo, menos cuando a las personas se les decía que se quedaran en su casa. Además, los despidos no solo los afectaron a ellos, sino también a sus cónyuges, padres, hermanos y sus compañeros de cuarto, incluso a sus jefes.

“No creo que nadie esperara que fuera así”, dijo Mark Kasanic, de 48 años, trabajador de una empresa en Cleveland, uno de los aproximadamente 300 trabajadores que una empresa de restaurantes local despidió la semana pasada. Ahora está en casa educando a sus hijos de 5 y 7 años, uno de ellos con necesidades especiales.

Julian Bruell fue uno de los que tuvo que dar las malas noticias a los empleados. El Sr. Bruell, de 30 años, que ayuda a administrar la empresa con su padre, dijo que solo quedaban unos 30 empleados para entregas a domicilio en dos de sus cinco restaurantes. No ha estado ganando ningún salario y su objetivo es mantener el negocio a flote durante la crisis.

El pasado jueves, empezó a buscar el auxilio por desempleo.