Por su barbería en Albany Georgia, Carlos Davis veía pasar unos 200 clientes cada día. El primer día que se le permitió reabrir desde que comenzó la pandemia, vinieron unos 30 clientes.

Usando guantes, una máscara de construcción y un protector facial, Davis dijo que estaba tomando precauciones para proteger al personal y a los clientes. Un pedazo de papel en la puerta delineaba las pautas obligatorias, diciendo que los clientes debían usar una máscara y guantes para poder entrar.

Davis tiene miedo del virus, pero también teme perder su negocio. “Si no trabajo, no como”, dijo.

La decisión de Davis de reabrir el negocio se produce cuando varios estados han comenzado a aflojar las restricciones para permanecer en casa, incluso cuando el coronavirus sigue infectando y matando a personas.

En todo el país, más de 950.000 personas han dado positivo en las pruebas del virus y más de 54.000 han muerto.

El gobernador de Alaska Mike Dunleavy permitió que salones y restaurantes reabrieran en la mayor parte del estado. Oklahoma permitió que algunos negocios de cuidado personal reabrieran para citas. Incluso en California, algunas playas que habían sido cerradas reabrieron para uso público, aunque con limitaciones.

La reapertura de Georgia ha sido la más agresiva hasta ahora. El gobernador Brian Kemp ordenó la reapertura de salones de belleza, gimnasios, boleras, estudios de tatuajes y masajistas y los teatros y restaurantes el lunes.

Las reaperturas se producen a pesar de las advertencias de expertos en salud, alcaldes locales e incluso el presidente Donald Trump.