Con un apresurado plan para abrir la economía, el presidente de los Estados Unidos Donald Trump, apuesta, por segunda vez consecutiva, a que tiene una mejor percepción del estado de ánimo del país que sus oponentes.
El cálculo de Trump de rechazar la ciencia y empujar para poner en marcha rápidamente una economía con la nación todavía devastada por el Covid-19, podría matar a muchos más de los 85,000 estadounidenses que ya han muerto.
Ese parece ser un precio que Trump está dispuesto a pagar, ya que apela directamente a los muchos millones de estadounidenses que también son víctimas de la pandemia, pero que han pagado con sus trabajos, no con sus vidas.
Cabe recordar que, en 2016, Trump confundió a la clase política aprovechando a los “estadounidenses olvidados” que habían visto desaparecer sus empleos en los centros industriales en las economías de bajos salarios de Asia y que despreciaban las promesas de lo que consideraban políticos políticamente correctos” en ambos partidos.