No beses. Di a los clientes que se laven las manos antes de tocarte. Usa una máscara. Evita las posiciones cara a cara. E incluso: Ponte un disfraz de enfermera y saca un termómetro… si su temperatura es normal, hazlo parte del juego. Si tiene fiebre, termine la sesión.

Estos son consejos reales que las autoridades sanitarias de todo el mundo están compartiendo en la era del coronavirus, con la esperanza de proteger a los trabajadores del vasto y a menudo ignorado comercio sexual. El consejo sería detener por completo el llamado “servicio completo” del trabajo sexual, pero como ONUSIDA advirtió en abril, muchos trabajadores sexuales están siendo forzados a sopesar lo que es seguro contra lo que pondrá comida en la mesa.

“Se supone que la prostitución es inelástica y a prueba de recesión”, dice Caty Simon, una autodenominada “acompañante barata”, escritora y activista en un pequeño pueblo del oeste de Massachusetts. “Pero nunca ha habido una recesión en la que el contacto en persona con la gente fuera peligroso antes.”