La pandemia está poniendo a prueba la generosidad de los multimillonarios

La pandemia está poniendo a prueba la generosidad de los multimillonarios

El amor-odio de América con los multimillonarios tomó un giro incómodo esta primavera: Mientras el coronavirus se extendía por todo el país, tanto fans como críticos se preguntaban qué harían estos titanes del capitalismo para enfrentar esta devastadora crisis económica y de salud.

La respuesta hasta ahora: No mucho, comparado con su vasta fortuna personal.

Una encuesta del Washington Post sobre las 50 personas y familias más ricas de la nación, que tienen un valor neto colectivo de casi 1,6 billones de dólares, encontró que sus donaciones anunciadas públicamente ascienden a unos 1,000 millones de dólares, lo que suena como mucho dinero pero suma menos del 0.1 por ciento de su riqueza combinada. Más de la mitad de estos multimillonarios han donado públicamente dinero en efectivo y unos pocos dicen que han dado algo -dinero o contribuciones en especie- pero se negaron a especificar cuánto. Pero casi un tercio no ha anunciado ninguna donación y se ha negado a hacer comentarios o no ha respondido a las solicitudes de comentarios.

Hasta la fecha, sólo dos multimillonarios han colaborado fuertemente: Bill Gates, el decano de la filantropía multimillonaria, y un sorprendente recién llegado a las donaciones caritativas: Jack Dorsey de Twitter.

“En general, los ricos no dan mucho”, dice David Callahan, el fundador de Inside Philanthropy, que califica la respuesta de los multimillonarios a la pandemia de “chocante pero no sorprendente”.

Los multimillonarios, explica Callahan, históricamente donan alrededor del 1 por ciento de su riqueza a la caridad cada año. Una gran razón por la que no dan más es que piensan que los problemas del mundo son complicados, y se abordan mejor con los vastos recursos de los gobiernos que con los de los particulares. “Consideran que la función de la filantropía es encontrar soluciones que no van a ser resueltas por el gobierno”, dice.

En resumen, preferirían inventar algo genial con el que su nombre pasará a la historia en lugar de alimentar a la gente hambrienta.

“Esta gente no quiere hacer una filantropía boba”, dice Callahan. “Quieren hacer una filantropía brillante. Y ven el dar dinero para enfrentar el sufrimiento humano inmediato como dinero que se va por el desagüe. Esta gente está tan ansiosa por ser súper inteligente y estratégica, que no tienen suficiente corazón.”

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