En una cervecería de Brooklyn, los clientes se apretujaban en las mesas de picnic para beber cervezas. En el Upper East Side de Manhattan, se acurrucaban fuera de un restaurante al anochecer. Y en el East Village, una bandada de neoyorquinos pasó el primer viernes de la ciudad desde su reapertura atestada hombro con hombro en la acera.
Mientras una banda de jazz tocaba fuera de los bares de St. Marks Place, se veían más bebidas heladas que caras cubiertas.
“No me hagan ir hasta allá …” El Gobernador de Nueva York Andrew M. Cuomo (D) escribió en Twitter, respondiendo a un video de las masas sin máscara.
Como la ciudad más afectada del país alivió algunas de las restricciones del coronavirus la semana pasada, la escena del fin de semana sugirió que, incluso después de que más de 20,000 de sus vecinos hayan muerto, muchos residentes cansados del encierro se han olvidado por completo del distanciamiento social.
Pero no Cuomo, que emitió un severo mensaje para el alcalde Bill de Blasio (D): Reduzca la multitud, dijo el gobernador a su viejo rival, o la ciudad tendrá que cerrar de nuevo.
“Entiendo que no es popular. Nadie quiere ir a una acera con gente bebiendo y decir, ‘Ustedes no pueden beber en la acera'”, dijo Cuomo en una conferencia de prensa. “¿Sabes qué es más impopular? Si esa región entera cierra porque el gobierno local no hizo su trabajo.”