Desde los pubs ingleses hasta la costa española, los cierres locales están surgiendo en todo el mundo a medida que los países suavizan las restricciones sólo para encontrar nuevos brotes de coronavirus.

Después de meses de cierres, los gobiernos están ansiosos por reabrir escuelas y negocios para permitir a la gente seguir con sus vidas. Pero los nuevos grupos de infección han obligado a los líderes a reponer las restricciones en algunos puntos conflictivos, incluso cuando las normas se suavizan en otros lugares del mismo país.

Pekín volvió a entrar en un cierre parcial a mediados de junio después de un nuevo brote de coronavirus vinculado a un mercado de alimentos en la capital china, mientras que al menos 24 estados de los EE. UU. están deteniendo o reduciendo sus reaperturas a medida que los casos se aceleran, en medio de temores de que las restricciones anteriores se hayan relajado demasiado rápido.

El umbral para imponer nuevos cierres, así como su tamaño y alcance, varía dramáticamente entre los países, desde un solo edificio en Italia, a varios pueblos de Ruanda, a una comunidad de 200,000 en el noreste de España y una zona costera de 70,000 en su noroeste, a todo Israel.

Hay esperanzas de que este enfoque pueda minimizar el daño económico de los cierres a gran escala. En Portugal, por ejemplo, 19 municipios de las afueras de Lisboa han cerrado, mientras que el centro de la capital ha continuado su reapertura, junto con el resto del país.