En una iglesia de Sacramento, California, que ha estado cerrada para servicios en persona desde marzo, los feligreses ocasionalmente todavía se detienen a rezar fuera y tratan de capturar un sentido de compañerismo que extrañan mucho.

En Nashville, Tennessee, el pastor de una iglesia anglicana ha estado dando la comunión en el estacionamiento durante semanas.

Al sur de Atlanta, el animado pastor de una congregación de 3,000 miembros trata de convocar cada gramo de entusiasmo en su cuerpo para ofrecer un servicio animado y lleno de música frente a una audiencia en vivo de nadie, con la esperanza de que su mensaje y su espíritu lleguen a través de varias plataformas tecnológicas.

Casi 40 lugares de culto y eventos religiosos han sido relacionados con más de 650 casos de coronavirus en EE.UU. desde que comenzó la pandemia, según el seguimiento del New York Times. Junto con el aumento de las infecciones en todo el país que ha seguido a la flexibilización de las restricciones destinadas a combatir el virus, los brotes relacionados con las iglesias han surgido en varios lugares.

No todo el mundo está listo para aceptar eso sin un desafío, a veces de la variedad legal. Trump consideró los lugares de culto como instituciones “esenciales” el 22 de mayo y amenazó con anular a los gobernadores que no les permitieron abrir, aunque no es nada seguro que tenga tal autoridad.