Llevar la misma sangre no te hace familia. El vínculo que te une a una verdadera familia no es genético, sino que implica lealtad, cariño, ayuda y apoyo incondicional cuando los necesitas.

Podemos tener primos, tíos, cuñados, pero ¿ellos realmente te tienden la mano cuando lo necesitas? En esos momentos hay que seleccionar bien a quienes llamas así.

Desde otra perspectiva, compartir la misma sangre y los mismos genes no es precisamente el requisito para que sean parte de tu familia, pues un verdadero familiar está para ti y te ayuda a luchar contra los obstáculos. 

Sabemos que no se necesita estar pegados todo el tiempo, ni que su atención sea permanente, sino el hecho de saber que a pesar de la distancia esa persona se preocupa por ti, te corrige si estás haciendo algo mal, te aconseja y te ayuda si es necesario.

El concepto de familia va más allá del conjunto de ascendientes y descendientes relacionados por un parentesco de sangre. La familia son las personas que eliges para compartir un proyecto de vida y que consideras importantes para tu vida.

Las personas que te quieren en su vida, que te aceptan tal y como eres y te ayudan a ser mejor y que son incondicionales contigo, esa es tu familia.

La familia de sangre se hereda sin que puedas escogerla, pero tú puedes elegir a las personas que a quienes quieras llamar familia y les permitirás estar en tu vida.

Aunque muchos consideran que los lazos de sangre no deben romperse jamás, hay ocasiones en los que se hace necesario mantener una distancia con ellos por el bienestar emocional.

Elige a quién decides tener cerca de ti y dentro de tu vida y a quienes quieras llamar familia.