Ser madre es una experiencia maravillosa y aunque algunas mujeres desean que el bebé que están esperando sea un varón, el hecho de tener una hija es ganar una cómplice y amiga para toda la vida.
Cuando te conviertes en la madre de una hija, ella pasa a ser la princesa por la que lucharás y ayudarás a cumplir todos sus sueños. También notarás que se convertirá en una mini versión de ti, que con los años va adoptando tu carácter y manías, y hasta te recordará tu infancia.
Entre las dos, se formará un lazo que las convertirá en las mejores amigas, confidentes y cómplices.
Es muy importante hablar con tu hija, escucharla con mucha atención, reírse con ella, compartir tristezas y corregirla cuando algo va mal.
Una hija puede ser una extensión de ti misma, y muchas veces te verás reflejada en ella, pero hay que tener en cuenta que ella tiene sus propios sueños y aspiraciones y también, su propia personalidad.