Desde el comienzo de la pandemia del coronavirus, los defensores y educadores han advertido que el cierre de las escuelas haría terriblemente difícil vigilar a los niños que están siendo abusados.
Las denuncias de abuso infantil comenzaron a caer en picada en todo el país, no porque no ocurrieran, sino porque los maestros, los médicos y otras personas tenían menos posibilidades de detectarlo. Ahora, una nueva encuesta de los centros de defensa de los niños de todo el país ofrece algunos de los datos más claros sobre el alcance de esta brecha en la denuncia del abuso infantil.
Los centros, que brindan apoyo a las familias y a los niños a medida que los casos de abuso avanzan por el sistema de justicia, informaron que recibieron a 40,000 niños menos en todo el país entre enero y junio de este año que en el mismo período del año pasado, de 192,367 niños en 2019 a 152,016 este año, una disminución del 21 por ciento, según la Alianza Nacional de Niños, un organismo de acreditación para una red de 900 centros de defensa de los niños.
“No tenemos absolutamente ninguna razón para creer que la tasa de incidencia real haya disminuido”, dijo Teresa Huizar, directora ejecutiva de la National Children’s Alliance. “Lo que realmente creemos es que hay 40,000 niños menos que no se han salvado del abuso”.