“¿Quieres oír el chiste de la insulina?” dice el sombrío chiste sobre los precios de las drogas en Estados Unidos. “Tienes que ir a Canadá para conseguirla”.

Pero incluso eso ya no es una opción.

Las restricciones de viaje por la pandemia han hecho a los americanos prisioneros de su país. Incluso dentro de Norteamérica, México y Canadá han cerrado miles de millas de frontera a todo lo que no sea un viaje esencial, planes de vacaciones, trabajo y escuela. Para los estadounidenses con problemas de dinero, también ha cortado el acceso a los medicamentos y servicios de salud que no pueden pagar en casa, en un momento en que el dinero está más escaso que nunca.

El hijo de nueve años de Stephanie Boland fue diagnosticado con diabetes en diciembre. Viajar a Canadá para surtir su receta de insulina tomó medio día de viaje desde donde viven en Brainerd, Minnesota, pero valió la pena, ya que la compra fue un asunto sencillo y sin receta. Un paquete de bolígrafos de inyección, que duraría varios meses, cuesta menos de cien dólares, dice, comparado con el precio de lista de 530 dólares en casa.

Cuando la enfermedad de su hijo comenzó a reescribir las rutinas de la vida diaria, los Boland planearon cruzar de nuevo a Canadá para reabastecerse. Entonces la pandemia golpeó y no pudieron volver a pasar.