Antes de la pandemia, muchos de nosotros veíamos el volar simplemente como un método para ir de un destino a otro lo más rápido posible.

Pero en medio de las restricciones globales, los viajeros han estado soñando despiertos no sólo con destinos lejanos, sino con la experiencia de vuelo en sí misma, desde la emoción del despegue hasta las inigualables vistas de la Tierra desde la ventana del avión.

Ahí es donde entran en juego los “vuelos a ninguna parte”. Viajes aéreos que tienen lugar únicamente con el propósito de viajar, no con un destino.

Demostrando lo populares que son ahora, un vuelo turístico a ningún parte ofrecido por Qantas se agotó en 10 minutos, según la aerolínea, con pasajeros ansiosos de subir a los cielos en un momento en que Australia ha hecho aterrizar casi todos los vuelos internacionales.

“Es probablemente el vuelo de venta más rápido en la historia de Qantas”, dijo el director general de la aerolínea, Alan Joyce, en un comunicado.

“La gente claramente extraña viajar y la experiencia de volar. Si hay demanda, definitivamente veremos la posibilidad de hacer más de estos vuelos panorámicos mientras esperamos que las fronteras se abran”.

El vuelo escénico de siete horas realizará un bucle gigante que llevará a Queensland y la Costa de Oro, Nueva Gales del Sur y las remotas tierras del interior del país.

Desde arriba, los aficionados a la aviación deberían poder ver las famosas atracciones australianas, como el puerto de Sídney y la Gran Barrera de Coral. El jet hará un vuelo bajo sobre ciertos puntos de referencia, como Uluru y Bondi Beach.

El viaje tendrá lugar en un avión Qantas Boeing 787 Dreamliner, normalmente reservado para viajes intercontinentales. En este momento, hay muy pocos vuelos operando desde y hacia Australia debido a las restricciones de viaje y la flota internacional de Qantas ha sido puesta en tierra.

El Dreamliner es conocido por sus grandes ventanas, lo que lo hace ideal para hacer turismo a partir de 30,000 pies.

El vuelo QF787, que debe salir del aeropuerto nacional de Sydney y regresar a la metrópoli australiana siete horas más tarde, tenía 134 billetes a la venta, en clase ejecutiva, económica y premium, y costaba entre 787 y 3,787 dólares australianos (566 y 2,734 dólares estadounidenses).