Cuando los hijos están pequeños es difícil conservar la casa limpia y en orden, ya que con frecuencia nos encontramos con juguetes regados por doquier, además de tener que desmanchar la ropa de los niños porque llegan embarrados y sucios de la escuela o de jugar en el parque.

Sin embargo, no todas las madres tienen la fortuna, si, así es, la fortuna de tener unos hijos sanos y fuertes que no se cansan de jugar y disfrutar de su infancia. Existen madres que deben disponer de tiempo completo para cuidar de sus hijos que están postrados en una cama o que necesitan cuidado especializado porque sufren de alguna condición de salud grave y no pueden disfrutar y jugar como lo hacen otros niños.

Estas madres no escuchan los gritos y algarabía de los niños cuando se divierten, sino gritos de dolor y desesperación. Ellas viven con la tristeza e impotencia de no poder remediar la condición de su hijo enfermo; con toda seguridad, ellas disfrutarían un hijo inquieto, bulloso y desordenado.

Por esto, si tienes hijos sanos, déjalos ser niños, ten paciencia y ten la seguridad que esa etapa pasará y en un abrir y cerrar de ojos, esos pequeños serán adultos, y, sólo quedarán los recuerdos de las travesuras, aventuras y momentos felices compartidos en familia.