Los compradores de las tiendas de comestibles de Estados Unidos se acostumbraron a los límites de ciertos productos básicos del hogar durante la primera mitad de 2020. La búsqueda de papel higiénico, carne molida y desinfectante para las manos provocó pánico en las compras y peleas en los pasillos de los supermercados, mientras que los panaderos demasiado entusiastas buscaban desesperadamente harina y una caída en el suministro de dióxido de carbono amenazaba a la industria de los refrescos.

Pero la mayor sorpresa de la crisis de salud pública del covid-19 de este año puede ser una repentina efusión de amor por el tofu.

Desde que comenzaron los cierres por coronavirus en EE.UU. a mediados de marzo, se ha informado de escasez de tofu desde Seattle hasta Washington, D.C., con los fabricantes luchando por mantener el ritmo de la demanda incluso cuando las tiendas de comestibles racionaron las ventas a los clientes. Los datos de Nielsen muestran que las ventas de tofu son un 40 por ciento más altas en la primera mitad de 2020 en comparación con el año pasado, mientras que Pulmuone Brands – propietaria de Nasoya, la marca de tofu número uno del país – se vio obligada a enviar un millón de paquetes adicionales de Corea del Sur, el mayor consumidor de tofu del mundo, a los Estados Unidos este verano mientras sus plantas estadounidenses se ponían al día con la demanda.

“Hemos luchado durante años para averiguar cómo hacer llegar más tofu a la boca de la gente en los Estados Unidos”, dice Jay Toscano, vicepresidente ejecutivo de ventas de Pulmuone. “En el pasado, si hubiéramos tenido un crecimiento del 2 por ciento en las ventas de un año a otro, nos habríamos chocado los cinco”. Este año estamos viendo un crecimiento del 20 por ciento, y podríamos fácilmente haber crecido un 50 por ciento si pudiéramos mantener el ritmo de la producción”.