Perdonar o no una infidelidad es una decisión muy difícil de tomar. Y aunque muchas personas, entre ellas el infiel, piden que perdones esa falta, una infidelidad nunca se debe dejar pasar por alto, por una razón muy poderosa: amor propio.

Varias veces hemos conocido casos en los que algún amigo, familiar o conocido está siendo engañado por su pareja, pero debido a varios motivos tienen tan arraigado ese amor disfuncional que le impide separarse. En lugar de ser una lección de amor propio, perdonar una infidelidad termina siendo una decisión impulsada por el entorno o por la misma sociedad, que consideran otros intereses en la relación y dejan de lado lo realmente importante: estar bien consigo mismo.

Lo mejor que se puede hacer es no perdonar la infidelidad, ya que dejar pasar esa falta es permitir que pisoteen la dignidad y el respeto que se le dio, además, que en cada oportunidad que tenga, lo volverá a hacer, aunque el infiel jure que todo cambiará.

Cuando no se perdona al infiel se están cerrando las posibilidades de que jueguen con nuestros sentimientos y se salgan con la suya. Además, se cierran las puertas a que otras personas te lastimen, porque dejas un claro mensaje que nadie podrá salirse con la suya.